A Hazel le gusta leer libros pretenciosos y ver telebasura, leer poesía y dormir (además tiene la excusa de que es bueno para el cáncer) y le gustaría que sus pulmones funcionasen como unos pulmones normales. Su madre cree que está deprimida, así que empieza a ir a un grupo de apoyo todos los miércoles. Aunque, en realidad, no hay nada más deprimente que un grupo en el que cada día la lista de compañeros por los que rezar es más larga. Precisamente el día en el que conoció a Augustus Waters, fue el día en el que casi consiguió escaquearse para quedarse viendo un maratón de America’s Next Top Model.
Lo primero que pensó de Augustus Waters, para qué negarlo, fue que era muy guapo. Aunque con una personalidad tan arrolladora como la suya, su físico pronto pasó a segundo plano. Es carismático, hablador, divertido, le gustan las metáforas y filosofar, y siempre parece saber qué decir. Estaba en el grupo de apoyo acompañando a un amigo, aunque él también había tenido cáncer. Hazel leyó el libro favorito de Augustus, Augustus leyó el libro favorito de Hazel y lo demás, como se suele decir, es historia. Aunque en este caso es una historia tan peculiar como sus protagonistas, que arranca cuando Gus trata de localizar al autor del libro favorito de Hazel y continúa mientras ambos intentan ignorar el fantasma de su enfermedad.
No te vamos a engañar: Bajo la misma estrella es un libro sobre el cáncer, porque todos sus personajes sufren la enfermedad directa o indirectamente, pero no es un «libro sobre el cáncer», porque no cae en los tópicos propios del género. Es un libro con el que se ríe más que se llora, que te hace reflexionar más sobre la vida que sobre la muerte, que no idealiza la enfermedad ni glorifica a sus víctimas, que no ahonda en los malos momentos y a la vez resulta profundamente conmovedor.
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