- Érase una vez una niña que se llamaba Caperucita Amarilla.
- ¡No Roja!
- ¡AH!, sí, Caperucita Roja. Su mamá la llamó y le dijo: "Escucha Caperucita Verde..."
- ¡Que no, Roja!
- ¡AH!, sí, Roja. "Ve a casa de tía Diomira a llevarle esta piel de patata."
- No: "Ve a casa de la abuelita a llevarle este pastel".
- Bien. La niña se fue al bosque y se encontró a una jirafa.
- ¡Qué lío! Se encontró al lobo, no a una jirafa.
- Y el lobo le preguntó: "Cuántas son seis por ocho?"
- ¡Qué va! El lobo le preguntó: "¿Adónde vas?".
- Tienes razón. Y Caperucita Negra respondió...
- ¡Era Caperucita Roja, Roja, Roja!
- Sí y respondió: "Voy al mercado a comprar salsa de tomate".
- ¡Qué va!: "Voy a casa de la abuelita, que está enferma, pero no recuerdo el camino".
- Exacto. Y el caballo dijo...
- ¿Qué caballo? Era un lobo
- Seguro. Y dijo: "Toma el tranvía número setenta y cinco, baja en la plaza de la Catedral, tuerce a la derecha, y encontrarás tres peldaños y una moneda en el suelo; deja los tres peldaños, recoge la moneda y cómprate un chicle".
- Tú no sabes explicar cuentos en absoluto, abuelo. Los enredas todos. Pero no importa, ¿me compras un chicle?
- Bueno: toma la moneda.
Y el abuelo siguió leyendo el periódico.
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En 1999 Marc Soriano dirá de él:
"Comienza a escribir en 1950 y se impone rápidamente como el mejor escritor para niños. En cierto sentido, su inspiración es muy clásica, ligada a la corriente de la poesía popular italiana (las filastrocche, el equivalente de las coplas y retahílas). Pero lo que Rodari retiene fundamentalmente de la tradición es su aspecto revolucionario; en efecto, su arte sigue abierto a las preocupaciones más actuales de los jóvenes de hoy, tanto en la forma como en el contenido. Obras comprometidas, a menudo militantes, que se esfuerzan por desmitificar los ídolos de la sociedad de consumo, pero que, al mismo tiempo, se caracterizan por una fantasía y por una invención perpetuas."
"El fantástico de Rodari jamás es gratuito y se asemeja bastante a la anticipacion. Su tono, tan espontáneo, recuerda mucho el de los improvisadores y narradores dotados; y llaman la atención su humor, a la vez tierno y grave, y su lenguaje personal y pintoresco, repleto de juegos de palabras y de hallazgos expresivos."
Gianni Rodari murió en Roma el 14 de abril de 1980.
En la biblioteca puedes leer Contos ó teléfono, obra en la que se encuentra esa versión tan peculiar de Caperucita roja, pero gracias a la RAI también puedes leer Cuentos para jugar , otra de sus obras tan originales.
En SOL tenemos la reseñas de sus obras.
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