El emperador de Arabia quiere impulsar la construcción de un
Jardín Monumental de belleza inaudita, el más hermoso que nunca haya existido
en la Tierra, al que no se pueda comparar ninguno de los que se creen en el
tiempo por venir. De este modo espera perpetuar la gloria y el esplendor de su
reinado y conseguir que su nombre y su grandeza sean recordados, tras su
muerte, a lo largo de los siglos.
Para llevar a cabo la gran obra, contrata al mejor
arquitecto de su tiempo, el persa Iskandar, y pone a su disposición medios casi
ilimitados. No quiere que ninguna escasez de recursos reduzca la magnificencia
del proyecto. Y le promete al arquitecto una deslumbrante recompensa final, si
cumple como cabe esperar de su talento inmenso.
El arquitecto acepta el gran reto, confiando en realizar su
creación más sublime. No sospecha que el tentador y fabuloso ofrecimiento
oculta designios de locura, crueldad y sufrimiento. Entregado en cuerpo y alma
a su trabajo, Iskandar vivirá bajo la sombra de una invisible amenaza. Zoz, un
adivino ciego, de origen turco, es el primero en formularle al arquitecto un
mal presagio de advertencia, hecho que pagará al poco tiempo con su vida. No
obstante, la obra seguirá creciendo día a día, con su profusión de maravillas
para la mente y para todos los sentidos.
Joan Manuel Gisbert nos tiene acostumbrados a obras de intriga, miedo y hasta terror, sin embargo El arquitecto y el emperador de Arabia es quizá una de las más hermosas historias que pueden
ser contadas. El modo literario de la obra concuerda a la perfección con el
Jardín Monumental que crece en sus páginas, que el lector podrá imaginar con
todas sus bellezas y delicias.
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