Pero en aquella ciudad no había ninguna, y como la ciudad crecía sin parar y la mercancía
se agolpaba en la estación, el alcalde y los doce concejales decidieron construir una grúa de carga en las afueras de la ciudad.
Un día un hombre trepó a lo más alto de la grúa y no quiso bajar. Era tan maravilloso ser el conductor de aquella máquina, oír zumbar el motor y chirriar las poleas...
Desde allí arriba podía ver las estrellas por las noches; y por el día, los ríos, los barcos y toda la ciudad. Por eso, el hombre de la grúa no quería bajar...
"La Grúa", tomada simbólica o
literalmente, es un canto a muchas cosas: a la amistad, al trabajo bien hecho, a la responsabilidad, al individuo frente a
la masa, a la paz frente a la guerra, al valor, a los sueños, a la esperanza…."
Reseña en Kalandraka.
Comentario en Fantasymundo.
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