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Contar un cuento es un milagro.
Algo tan inexplicable como respirar, como abrazar a alguien, como enamorarse.
Algo que puede ocurrir sólo de vez en cuando, aunque nunca sepamos si este estremecimiento fue el aleteo de un ángel o una corriente de aire.
No es cosa de decir: "voy a contar un cuento".
Sería como decir: "voy a hacer un milagro".
Hace falta que llegue su hora y que haya cómplices,
El cuento es un misterio que sólo es revelado cuando alguien, tembloroso, se lo cuenta a alguien maravillado.
Entonces, cuando lo está contando se produce el prodigio:
El narrador regala con su palabra su piel, su sangre, su risa, su amor a corazón abierto.
Cuando niño, encerré unos gusanos en una caja vacía de cartón.
Pasaron unos días y al abrirla apareció una nube de mariposas que volaron al sol.
Así son los cuentos: sólo se transforman en el aire, sólo palpitan en el aliento de ese pretidigitador que es el Cuentacuentos.
Jorge Díaz
Seguiremos o consello de Luís e visitaremos a Feira do libro
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